DESDE EL ALMA

Friday, April 04, 2008

EL SENDERO DE LAS PREGUNTASSi como profesionales de la salud no queremos ser consumidos en la demanda

Es necesario cuestionarse si lo que damos a nuestros pacientes son meros somníferos, hipnóticos y anestésicos para que el dolor no cumpla la función biológica que podría cumplir. Que todas tus preguntas amigo terapéuta puedan conducir a quien tu pretendes ayudar a una pregunta esencial. ¿Cómo puedo yo participar en la solución de mis conflictos de salud?
Siéntese. Qué siente? Qué tiene? Por qué viene? Què le duele? En qué puedo servirle? Tantos caminos y respuestas y terapéuticas posibles ya programados en las preguntas, que el arte de saber preguntar es tan importante como tus actitudes terapéuticas. Podrías, más que preguntarle Qué?, Cómo?, Cúando?, Dónde?, formular preguntas abiertas, sorpresivas, cuya respuesta verbal es lo de menos, porque la puedes leer en la actitud, en la expresión facial, en la mirada. Son las menos discretas de las preguntas porque siempre son indiscretas, es decir que no se refieren al intelecto.
De pronto le digo a alguien:¿Y tu mamá? Y el ceño se frunce, o se aprietan las mandíbulas o se encharcan los ojos. Entonces siento mucho más de ese paciente que con todos los interrogatorios elaborados. No conozco por ejemplo pregunta más indiscreta y reveladora, que decirle al paciente súbitamente, como quien no quiere la cosa ¿Eres feliz? Ya se que alguien dirá que es una pregunta sin sentido, pues dependerá de cada contexto personal y cultural el significado de la felicidad. Pero lo significativo de esta pregunta es precisamente que no tiene sentido, y más allá del sentido y los sentidos penetra en ese lugar de la consciencia donde nacen preguntas como: ¿en verdad me he sentido algún instante feliz? y ¿me he preocupado por ser feliz? ¿y, vale la pena vivir? O, ¿es posible la felicidad para mi? ¿tengo derecho a ser feliz? Mil preguntas se atropellan en el inconciente, se revelan en los ojos, en el rictus de amargura, en el movimiento nervioso de los dedos, o quizá por fin en la palabra.
No nos importe el si o el no. Pero escuchemos la música del lenguaje. Un siiii... prolongado es un no!!! sostenido. Si la sonrisa amplia y sincera se esboza, ya podrás saber que a quien tienes frente a ti es un maestro de la vida, aunque no sea un sicólogo y su diagnóstico médico sea el de cáncer. Tal vez esté más sano que tu y puedas aprender con él una lección de integridad- la que siempre será una lección de salud.
Sus sueños? Pregunto- ¿Mis sueños? es frecuente la respuesta... si...sus sueños, el sueño de la vida, las pesadillas, lo que se le ocurra...entonces los ojos buscan hacia arriba y uno adivina de proyectos y realizaciones en la vida. De vacíos y nostalgias. De renuncias, tantas cosas se agolpan en la riqueza del lenguaje no verbal, que yo diría que lo importante es formularse la pregunta correcta para que nazcan otras preguntas, cuya respuesta no podrá tener más que un valor ricamente personalizado.
Son ellos, los pacientes, quienes deben responderse desde sus propias preguntas, las que nacen de la pregunta de un terapéuta que siente, no lo que el paciente pide sino lo que realmente necesita. Si no queremos ser consumidos en la demanda es necesario cuestionarse si lo que damos son meros somníferos, hipnóticos y anestésicos para que el dolor no cumpla la función biológica que podría cumplir. Que todas tus preguntas amigo terapéuta puedan conducir a quien tu pretendes ayudar a una pregunta esencial. ¿Cómo puedo yo participar en la solución de mis conflictos de salud? Eso incluye un sinnúmero de respuestas, otras preguntas que podrían ejemplificarse como sigue:¿y en que forma he contribuido yo mismo a la aparición de esta enfermedad? ¿Qué lección me trae este dolor? ¿Qué es lo que aún no he aprendido?, o la más confrontadora de todas las preguntas, aquella que puede representar el motor de un auténtico cambio de actitud: ¿Qúe he estado haciendo con mi vida?...
Con las correspondientes respuestas que siempre son otras preguntas bien confrontadoras, porque despiertan la conciencia de si: ¿vivo para trabajar, o trabajo para vivir? ¿busco el placer de vivir o consagro la vida al placer? y así de pronto alguien puede descubrir por el sendero de las preguntas que ha confundido los medios con los fines, que ha invertido el sentido de las prioridades, que su riqueza material se ha construido a costa de su pobreza emocional, y que tal vez ha luchado por todas las cosas mientras simultáneamente perdía el sentido de vivir.
La formulación de la pregunta correcta es de importancia crucial en la calidad de nuestra vida. Hace muchos años la medicina se preguntó si el fumar podía aliviar el estrés. La respuesta fué positiva y los mismos médicos se convirtieron en grandes fumadores. Veinte años después nos dimos cuenta que el cigarrillo mata y que la pregunta correcta era ¿es nocivo el trabajo para la vida? Siempre la pregunta crucial se refiere a la vida. Una cosa puede dar más placer pero dañar nuestra integridad y nuestra salud. Que tus preguntas se refieran a la vida implica que la vida se involucra en un sentir total que tiene mucho más de lo que lograría una simple pregunta intelectual. El ¿cuándo lo operaron? es así mucho menos importante que el ¿cómo se sintió? Toda la historia muerta de sucesos pasados cobra vigencia presente en lo que han sido los significados para cada quien. No importan tanto los sucesos como sus significados, ni importa tanto lo que digas como lo que el paciente sienta. En ese código total del sentir para vivir, lo importante es cómo los haces sentir. Y si ese sentir es suficiente para despertar y rescatar la conciencia de sí, la del verdadero médico interior, estás, tú terapeuta, aliado con el mejor sanador del mundo: el mismo paciente.
Las preguntas abiertas que generan otras preguntas interiores y lo cuestionan sobre su vida lo despiertan al sendero de su propia integridad. Esas preguntas no se han escrito, son hijas del momento, se inventan para cada quién, porque la genuina terapéutica es un arte de continua creación. Pero puedes mirar que siempre se refieren a revelar la complementariedad de los opuestos, a la oportunidad de la síntesis y la armonía interior. ¿Me acepto como soy o siempre pretendo ser mejor? ¿Compito o soy mi propia competencia? ¿Mis actitudes responden a la pregunta que espero yo de la vida? ¿ o a la pregunta que espera la vida de mi? ¿me pregunto si una cosa me da mayor placer o si me da más integridad? ¿Voy en dirección de mi propia corriente o me fatigo luchando contra mi naturaleza? ¿ Me siento enfermo? ¿Estoy enfermo? ¿Soy enfermo? ¿Cuánto de culpabilidad o desamor hay en mi enfermedad? ¿Convierto los sentimientos en resentimientos? ¿Me convierto en víctima de otras víctimas o puedo concluir en mi esa cadena perpetua?
Las preguntas amigo terapéuta son el camino, y el sendero de las preguntas es aquel donde muchas otras preguntas son las respuestas. Así crece la conciencia porque el sendero de la salud no es un sendero de metas, es el proceso de ver en cada respuesta una nueva pregunta que conduce a la búsqueda del sentido. Y en la vida vivir es el sentido, un continuo misterio que lleva a ese constante asombro de interrogar el universo en sí mismo.


Jorge Carvajal Posada

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