DESDE EL ALMA

Friday, April 04, 2008

Apenas naciendo a nuestra propia humanidad hoy, hijos de las artes, las ciencias

y las filosofías, absortos en una conciencia que por primera vez en la historia intenta como humanidad mirarse a si misma, henos aquí, frente a la ética y la bioquímica.
Frente a nuestra más densa materialidad y nuestra más absoluta incertidumbre.
Y nos llamamos médicos. ¿Médicos o terapéutas quiénes? ¿ Y de quiénes?
Apenas naciendo a nuestra propia humanidad hoy, hijos de las artes, las ciencias y las filosofías, absortos en una conciencia que por primera vez en la historia intenta como humanidad mirarse a si misma, henos aquí, frente a la ética y la bioquímica.
Frente a nuestra más densa materialidad y nuestra más absoluta incertidumbre.
Y nos llamamos médicos.
¿Médicos o terapéutas quiénes?
¿ Y de quiénes?
¿Dónde esta nuestra humanidad?
¿Dónde los sujetos de todo este movimiento y todos estos predicados que llamamos terapéuticas?
¿Es acaso la nuestra la misma humanidad de los ratones de los que hemos derivado la mayoría de nuestras investigaciones del comportamiento?
¿No existe ya acaso un abismo impredecible entre nosotros y el hombre de Neardenthal?
La emergente ciencia, la relatividad, la cuántica, sinfonías completas en el cerebro de Mozart, milagros repetidos, las experiencias próximas a la muerte, interacciones a distancia, la no localidad de la conciencia, son demasiados fenómenos emergentes para quedarnos anclados en la biología molecular.
O asumimos el riesgo de mirar nuestra propia integridad o permanecemos congelados en la paleomedicina de un cuerpo sin sujeto.
¿Quién habita en nuestro cuerpo?
¿Quiénes éramos al fin de cuentas detrás de los mil yoes que luchan en el escenario de nuestro cuerpo?
¿Cuántos libretos, cuántos dramas y comedias tratando de decirnos que detrás de cada rol se escondía un significado?
Y en el trasfondo significativo de todos los pequeños yoes un Yo mayor, el aprendiz.
El sujeto.
No una mera consecuencia del cuerpo y las moléculas.
No un patrón de organización repetitivo.
Un sujeto único. Vivo.
Predecible en su cuerpo y en su fisiología.
Impredecible en el poema irrepetible de la vida.
En el territorio de una permanente síntesis, rescatar el alma viva del sentir es quizás hoy la alternativa.
Sentir el flujo de la vida detrás de la mirada y la palabra.
Sentir que las moléculas son pulsaciones de la consciencia, y los síntomas señales codificadas de un mensaje que sólo un sujeto puede develar.
Sentir que todo tenía sentido en el concierto de la integridad del ser.
Mirar en el espejo del cuerpo la sombra de la consciencia.
Mirar en el espejo de la conciencia nuestra propia consciencia reflejda y descubrir detrás de cada rol, el actor, el hombre o la mujer en esa búsqueda constante del amor.
Conquistar el territorio sensible de la consciencia en la que los sujetos de nuevo se descubren desde su esencial humanidad.
Entonces podremos cantar juntos desde el corazón:
Gracias a la vida, que me ha dado tanto... para comprender que hasta el dolor que temíamos era una lección plena de significado.
Jorge Carvajal Posada

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