DESDE EL ALMA

Sunday, January 21, 2007

SABE DE DIOS POR TU SED Jorge Carvajal P.

En la saciedad muere, con la sed, el sediento y el ser. Sed de vivir, sed de amar, sed de conocerse. En el alma, la fuente del agua más abundante, no puedes saciar tu sed sin que antes puedas de tu propia vida dar de beber. Cuando, como el buen samaritano, hayas saciado la sed del sediento con agua del pozo de tu propio dolor, descubrirás en su fondo profundo el amor. Y tu propia sed quedará saciada. El agua es el amor, el cauce que la hace fluir y renovarse es el servir y la fresca corriente, que a si misma se renueva, es el vivir. Vivir es un torrente de amor que fluye en el cauce del dar. Vivir es amar. Poder, placer y dinero producen el hastío de una saciedad que nos lleva al olvido de nosotros mismos. En la saciedad de cosas externas comienza la inercia. Allí se acaba la sed de vivir. Y vivir es un sagrado misterio. No es suficiente para ser, conocer o conocerse, pues del ser sólo se puede saber cuando develamos su abismo. Ese saber es sentimiento de un infinito interior que siempre conduce, por el profundo sentir de una corriente de amor, a un océano mayor que todo el cosmos conocido. El espacio que hay entre tu pensar y tu centro, la distancia entre pensamiento y pensador, es un insondable vacío donde el profundo dolor del mundo revela el amor. Allí no hay fondo. Allí no hay centro, pues cada cosa es el fin y el comienzo en todas las cosas, allí no existen continentes ni contenidos, pues todo, fundido en la corriente del ser, se revela infinito; allí, descubrimos un Dios interior,humanizado en nosotros. Cuando se acaba la sed, perdemos el contacto interior del misterio. Ese misterio de la vida es uno mismo, porque uno no acaba nunca de conocerse; cuando conocemos un aspecto de nosotros se revela un misterio aún mayor, pero si nos apegamos a las pequeñas saciedades o plenitudes nunca podremos acceder al profundo misterio. Cuando entre tú y yo hay algo pendiente, cuando hay aún algo para conquistar o compartir, cuando entre nosotros aún sentimos que hay algo misterioso y desconocido, la relación puede crecer y, en ese crecimiento, encuentra sentido. Cuando crees que sólo eres lo que tienes, el cuerpo, el dinero, el conocimiento, pronto llega la saciedad y el cansancio, y lo que tenía vida cae en el sin sentido de lo que sólo se mueve por inercia. Cuando en una relación no hay ni un solo misterio pendiente, la relación asiste a su muerte. Cuando en una relación no hay ninguna incertidumbre, la búsqueda de la verdad termina; esa búsqueda, más que la verdad misma, es la materia prima de todo relación, pues si se acaba la búsqueda, muere el buscador. Cuando termina la aspiración, el aspirante no tiene sentido. Cuando no anhelas la inspiración, una espiración prolongada te conduce a la muerte. Cuando no tienes deberes, tus derechos pierden todo sentido. Cuando mueres al sentido de vivir asistirás a la muerte lenta de tus sentidos. Cuando no tienes una visión interior estarás cerrando tus ojos a la vida exterior. Cuando pierdes el horizonte no tendrán sentido tus pasos. Debe existir algo misterioso, algo profundo que nos conmueva; algo que nos haga llorar o temblar.Algo que nos haga de todas formas amar. Un fuego que nos haga arder hasta vivir intensa la sed de vivir, la sed genuina de ser. Una sed profunda, como la de la planta que hunde sus raíces a través de la roca para buscar el manantial. Una sed tan intensa como la sed de sol y de luz que tienen hojas y flores. Una atracción de la misma intensidad que el norte tiene por el sur y el masculino por el femenino. Una sed que nos permita vivir todas nuestras polaridades reunidas en el centro íntegro del ser, donde tiene sentido la sed. Que el fuego interior de una ardiente aspiración nos lleve de nuevo a sentir la intensa sed de vivir, para que de nuevo se colme de heroísmo la vida, y podamos sentir que estamos vivos porque de nuevo nos hemos sumergido sin temor, en la turbulenta corriente de un ser que es amor. En el éxtasis de una unidad siempre creciente, en la renuncia de una muerte siempre presente, en el renovarse de un constante renacer, en todas esas facetas del ser, podemos sentir que la conquista de la luz pasa por la de la transparencia, y no es posible esa entrega total a la luz que se deja pasar, sin renunciar al no ser que pretende a la luz atrapar. Mira como se quedan quietas las alas del ave cuando se deja llevar por las corrientes de aire ascendentes. Mira como sin esfuerzo ascienden las mariposas cuando el sol se levanta. Mira como el pez de colores disfruta la danza del agua. Pero también comprenderás la prodigiosa fuerza de una naturaleza que siempre regresa, si observas las oleadas del salmón, legando su fuerza y su vida a la fuente tranquila donde el nacer y el morir juntos revelan el misterio continuo del vivir. Escucha el canto del pájaro, mira el brillo de los cocuyos y las estrellas, sabe de Dios en cada cosa que Su danza refleja. Sabe de Dios en tus ojos que pueden mirar la danza del Creador en toda la naturaleza. Y comprende que Dios se contempla a través de tus ojos. Que también tu descubres para Sus ojos, que por tus ojos miran, las infintas estrellas y las luces infinitas del día...

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