JUSTICIA
La Justicia es sinónimo de sabiduría y la sabiduría es una faceta del amor.
La sabiduría lejos de ser el ámbito de la ley, es algo que atañe al despertar espiritual y por tanto a la vida.
¿Cómo veríamos la justicia si ya no la reducimos a la legislación, a los códigos penales, a las normas tantas veces redactadas sin corazón?
Isabella di Carlo
Lo primero que se desprende de no reducir la justicia a lo legal, es que no atañe a los abogados y los jueces, sino que los protagonistas, los “expertos” podemos, debemos, ser todos. Economistas, psicólogos, maestros, líderes políticos, padres y madres del mundo, periodistas, ciudadanos conscientes, todos debemos vivir consagrados a ella. El segundo paso luego de diferenciar entre “legal” y justo, es diferenciar entre “tradicional” y justo, entre “socialmente aceptado” y justo. El tercero nos lleva más allá, permitiéndonos discernir entre “recomendado por la iglesia” y justo.
Si elegimos una vida al servicio de la justicia deberemos tener discernimiento y valor. Meditemos primero en los términos y los símbolos, veamos luego como adaptar a la vida cotidiana, la verdadera naturaleza de la justicia para transformar nuestras vidas y nuestra cultura.
“Justo” califica a una persona o acto, en el que hay justicia, pero simultáneamente significa preciso. Lo preciso es lo equilibrado - ni más, ni menos -, lo exacto, lo adecuado. Lo preciso es por tanto precioso, es lo de más valor al ser lo que completa una situación, llevándola a su máximo grado de armonía. Armonía es sinónimo de equilibrio, y el equilibrio es el símbolo más universal para la justicia. ¿Cómo es el símbolo? No un equilibrio cualquiera, sino el de una balanza sostenida por una figura femenina con los ojos vendados. ¿Qué representa? Es femenina porque es receptiva, porque escucha, tiene los ojos vendados porque está ciega a la visión externa. La ceguera a lo externo (indiferencia a los prejuicios, apegos, preferencias, apariencias) es visión de lo interno, de la cualidad. La visión de lo interno es la captación de lo que resulta verdad a cada contexto, es en última instancia, discernimiento, visión espiritual. La justicia es por tanto inseparable de la verdad y conduce al equilibrio.
JUSTICIA, VERDAD Y EQUILIBRIO
Equilibrio es a la más bella de las palabras viene de equidad y libertad. La equidad es la verdadera justicia. Es igualdad con discernimiento, es decir, no la igualdad de dar a todos lo mismo, sino la de dar a cada quien justo lo que necesita.
¿Quién puede percibir la necesidad? Aquel que ya no mira con los ojos del intelecto, sino con los del corazón, aquel que es sensible a lo esencial. ¿Cómo se conectan necesidad y libertad? Satisfacer una necesidad siempre libera; a diferencia de satisfacer un deseo, un antojo, un capricho. Deseo y caprichos, se vinculan al apego al placer, y frecuentemente conducen a la dependencia.
Equilibrio es sinónimo de alineación. Alineación supone estar en el centro, el centro es el ser. Desde el ser surge una bella cualidad del alma: el discernimiento y con él comienza a ser accesible un nivel profundo de verdad. Cuando la verdad deja de ser la opinión personal del individuo que vive en el plano de sus emociones, cuando deja de ser algo que se impone a otros para adquirir poder, cuando ya no es la afiliación a la moda intelectual de un determinado período, - no nos engañemos, en el ámbito de las creencias también hay modas – se accede a lo inclusivo. A mayor grado de inclusividad, mayor conexión con lo que perdura más allá del paso del tiempo; con lo que libera. La secuencia entonces es: alineación (coherencia, honestidad) y equilibrio conducen al ser, en el ser se accede a lo verdadero, estando en contacto con la verdad los principios que modelan la vida, nos liberan y liberan a los demás. Son los valores que curan.
Decíamos que justo es lo preciso, lo que equilibra una determinada situación llevándola a su máximo grado de armonía. Lo justo para el crecimiento de cada individuo, es por tanto relativo a su etapa de desarrollo y el contexto particular de su situación actual. Comprender los desafíos evolutivos en el contexto total del sendero de desarrollo de la consciencia, dar a conocer a cada quien la secuencia particular que le corresponde, y clarificar los opuestos que deben equilibrarse, es la tarea que la nueva psicología tiene por delante.
¿Cuáles serían los pares de opuestos deben ser equilibrados para florecer a nuestro potencial espiritual? Veamos algunos. Es necesario equilibrar lo dinámico con lo consolidante. Lo dinámico inicia, tiende a la acción, avanza. Lo consolidante estructura, estabiliza. Exceso de dinamismo produce una acción inconsecuente, las cosas quedan empezadas pero no tienen continuidad. Exceso de fijeza produce rigidez, la vida, los proyectos, las ideas no se renuevan.
Es necesario equilibrar el pensar con el sentir.
El pensamiento sin emoción se vuelve gris, falto de fuerza, carente de belleza.
La emoción sin pensamiento es como un caballo sin jinete.
De la unión entre la cabeza y el corazón emerge lo más armónico de la creación.
Es preciso equilibrar el dar y el recibir.
Una vida polarizada en recibir es una vida con dependencia, desde esta actitud no se accede a la autonomía y la persona queda anclada en un estadio primario.
La decepción es inevitable, el victimismo la más grande probabilidad.
Cuando se vive dando pero subyace en un plano no del todo consciente la negación de uno mismo, aún la entrega puede conducir al debilitamiento y
En un plano algo más avanzado la tarea es equilibrar la inspiración que se recibe con la creatividad que se expresa, la meditación con el servicio, el pensamiento abstracto con el pensamiento científico, el idealismo con la practicidad, el aprendizaje y con la enseñanza.
En un plano superior espíritu y materia, bien y mal, luz y sombra pueden ser integrados, emerge un mundo sin dualidad, donde tesis y antítesis han llegado a la síntesis, donde cada causa es comprendida a la luz de su finalidad, donde vida y muerte no son opuestos sino movimientos de una misma danza, donde se ha accedido a la verdad y cada pensamiento, toda acción, cada sentimiento, sirve a la justicia sanando, humanizando, liberando. Siempre.
Si definimos lo verdadero como aquello que es eterno y permanente, si acceder a grados cada vez más amplios de verdad implica acceder a los valores que abren el portal de la autenticidad transformando la vida, si verdad y justicia son inseparables pues como dice Cristina Maeso “la verdad sin justicia es estéril y la justicia sin verdad es falsa”, la transformación individual que se opera en nosotros al trabajar sobre lo justo de forma permanente, tendrá como irrefrenable consecuencia, la sanación de nuestra cultura.
NOTA DEL EDITOR –
http://www.davida-red.org/ciberespacioview.aspx?key=590
El texto es un fragmento de un libro que publicamos con autorización del autor